¿Qué es la propiocepción y por qué es importante?

De seguro la mayoría ha jugado en algún momento a caminar con los ojos cerrados, e incluso ha participado en un juego de ponerle la cola al burro. Pero, ¿cuántas personas se habrán preguntado en el proceso cómo es que pueden moverse y saber hacia dónde mover sus extremidades sin hacer uso de sus ojos o tacto?

Aunque probablemente pocos se lo hayan preguntado, estamos de suerte porque la ciencia ha encontrado la respuesta a esta pregunta: la propiocepción. Se trata de un sentido que opera silencioso en nuestro cuerpo y cerebro, pero con una función muy importante: la orientación corporal.

¿Qué es la propiocepción?

La propiocepción es la capacidad que tiene el cuerpo humano para detectar su propia ubicación en el espacio, así como la posición exacta de las partes que componen nuestro cuerpo en todo momento. Siendo más prácticos, nos permite mantener el equilibrio, coordinar nuestros movimientos y mantener nuestro cerebro alerta.

Dicho de forma más simple, la propiocepción es un sentido que nos permite a los humanos movernos libremente sin necesidad de estar conscientes de nuestro entorno. Nos movilizamos con relativa confianza en nuestro entorno habitual gracias a que confiamos en ella (sin estar conscientes de ello).

Somos poco conscientes de nuestros sentidos

Y hablando de estar conscientes, continuamente estamos expuestos a una variedad de factores ambientales que percibimos a través de nuestros sentidos. Pero no podemos tomar decisiones simultáneas tomando en cuenta cada uno de ellos, al menos no en esta versión cerebral que tenemos.

Para facilitarnos el trabajo, nuestro cerebro aplica una especie de filtro con el que selecciona la información sensorial más relevante para nuestro accionar inmediato, la que merece estar en nuestra conciencia.

¿Cómo funciona la propiocepción?

Para entender cómo funciona la propiocepción en los seres humanos, es necesario hablar primero de los elementos que intervienen en todo el proceso. Estos son los receptores nerviosos, los nervios aferentes y, por supuesto, el sistema nervioso central liderado por el cerebro.

La información se recolecta a través de los receptores sensoriales que, en un complejo proceso a través del sistema nervioso central, lleva al cerebro a emitir órdenes sobre lo que debemos hacer. Cuando hacemos un movimiento, nuestro cerebro está al tanto de todo lo que estos mecanismos captan, pero estamos conscientes de lo primordial y actuamos en función de ello.

Pasa lo mismo cuando hablamos de propiocepción. Los receptores sensoriales que se encuentran en la piel, las articulaciones y los músculos captan información como el esfuerzo, la fuerza y ​​la pesadez de nuestros movimientos y posición en el espacio. De este modo, nuestro cerebro puede decir qué hacer, aunque realmente no prestemos atención a ello.

De hecho, mientras lees esto, probablemente este proceso se haya llevado a cabo muchas más veces de las que podrías imaginar. La propiocepción es un sentido silencioso pero minucioso.

¿Por qué la propiocepción es un sentido importante para los humanos?

Dicho así, si en realidad no estamos conscientes, puede que en realidad el sentido de propiocepción no sea tan importante para los humanos, pero lo es. Es gracias a este que puedes aplicar maniobras rápidas para evitar tropezar cuando caminas de noche vía el baño, o evitar chocar tu dedo pequeño del pie contra la pata de la cama.

Imagina que estás practicando algún deporte, como el fútbol, y en un movimiento brusco, la rodilla tiende a girar un poco más de lo que debería. Los receptores presentes en los ligamentos y la articulación están recibiendo y enviando información de este suceso al cerebro a través del sistema nervioso central para que este la procese y emita la orden.

En un caso así, la orden puede ser la contracción y relajación de la zona para permitir el movimiento sin que termine en una lesión. En un escenario menos favorecedor, probablemente lo mejor será dejarnos caer. La propiocepción permite seguir la situación con detalle y tomar las acciones más pertinentes.

En resumidas cuentas, la propiocepción nos ayudar a evitar caídas, tropiezos y lesiones. De no existir, probablemente fuéramos organismos demasiado torpes, y ¿quién sabe? Quizás ni siquiera existiéramos al no poder evitar muchos de los peligros de nuestro entorno.

Romina Monteverde en www.tekcrispy.com

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