¿Cómo ser feliz? Una interrogante que todos nos hacemos y para la cual no existe una respuesta concreta. ¿Qué dice la ciencia? Lean la nota.
Dos psicólogos de la Universidad de California en Berkeley lanzaron un curso llamado “La ciencia de la felicidad” donde se le enseñaba a los participantes a ser felices a través del entendimiento de la ciencia y la práctica a lo largo de ocho semanas. Después de una evaluación, los participantes mostraban pensamientos positivos con notables incrementos cada semana. Básicamente una clase en cómo ser feliz.
De acuerdo con sus datos, los “estudiantes” se mostraban menos tristes, tenían niveles más bajos de estrés, de soledad, de enojo y de miedo, mientras que presentaban más emociones como entusiasmo, asombro, afecto y un sentido mayor de vínculo con su comunidad, lo cual provocó un incremento del 5% en su satisfacción de vida, el cual se mantuvo hasta por cuatro meses después de que terminó el curso.
Emiliana Simon-Thomas, quien también forma parte del desarrollo del curso de la Ciencia de la felicidad, señala que, a diferencia de lo que creemos, ser feliz no significa tener una alegría constante durante todo el día ni estar sonriendo constantemente. Y, de hecho, establecer un sistema de creencias que diga que eso es la felicidad puede terminar generando una menor felicidad que quienes la ven de forma distinta, más enfocada a la calidad de vida.
Tomando en cuenta lo que se aprende en el curso la Ciencia de la felicidad, y el respaldo científico que tiene, estas son las cinco reglas que aplican:
Mejorar tus conexiones sociales
Existen diversos estudios que resaltan la importancia de las conexiones sociales humanas, y su impacto en la salud y en la felicidad. De hecho, algunos sugieren que aquellos que mantienen relaciones sociales óptimas tienen menos probabilidad de sufrir enfermedades cardiovasculares.
El Estudio de Harvard de Desarrollo Humano el cual ha seguido a personas durante más de 80 años, incluyendo a sus hijos, demostrando que las relaciones cercanas, con familia, amigos y la comunidad cercana son el factor más importante que mantiene a las personas felices.
Pero no sólo son las conexiones en sí, sino cómo las trabajamos, si les damos tiempo, atención y cuidado a lo largo de nuestras vidas.
Expresar gratitud
Un estudio de 2005, desarrollado en la universidad de Pensilvania por Martin Seligman, director del Centro de Psicología Positiva encontró que escribir tres cosas por las que te sientes agradecido al final del día, acompañadas de las cosas por las que pasaron, puede ayudar a mejorar la felicidad y reducir los niveles de depresión.
Esto puede deberse al hecho de hacer que la mente se enfoque en aspectos positivos de la vida en vez de los negativos, y darles un protagonismo mayor pensando en las circunstancias en las que sucedieron, además de que podemos pensar en cómo repetir esas experiencias o repetir esa emoción.
Si, por el contrario, nos enfocamos a lo negativo, generando un pensamiento rumiante sobre ellos, podemos generar depresión.
Ayudar a otras personas
Existen estudios que señalan que los actos aleatorios de bondad, como ayudar en pequeñas situaciones a otras personas, pueden ayudar a sentirte menos deprimido o ansioso, debido a que sientes una participación más íntegra en el mundo a tu alrededor, ofreciendo una mayor seguridad e incluso ayudando a expresar más gratitud. Algunos expertos señalan que los humanos son altruistas por naturaleza, por lo que existe un sentido de recompensa al ayudar a otra persona.
Préstate atención
Ejercicios como meditar o simplemente enfocarte en vivir en el presente, sintiendo tus emociones y aceptando la forma en que se presentan puede servir para ser feliz. Es una forma de no juzgar la forma en la que te sientes, sino comprenderte e incluso trabajar en esas emociones.
La auto-compasión es lo primero
Al pensar solemos ser demasiado pesados con nosotros mismos, somos exigentes o nos juzgamos de forma demasiado cruda. La auto-compasión es tratar de perdonar a nuestro pasado, enfocarnos en el presente experimentando las emociones y encontrar una voz de apoyo interna que pueda ayudar a seguir adelante cuidándonos a nosotros mismos. Es probablemente lo más complicado, pero sin duda es necesario para lograr la felicidad.
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