Esa quizás sea una de las claves de Feodor Ingvar Kamprad (1926-2018) el recordado empresario fundador de IKEA y uno de los hombres más ricos del mundo y también uno de los más austeros.
Trabajador incansable, vendedor desde niño, comenzó a muy corta edad comerciando fósforos, peces y tarjetas de Navidad en su bicicleta. El día que murió, este exitoso empresario sueco poseía una de las más grandes fortuna del planeta valorada en $46 mil millones.
Era un hombre humilde, sencillo, austero en todos los sentidos, que manejaba un Volvo y hasta usaba el transporte público. Una vida simple que le permitió dar rienda suelta a su creatividad para innovar en el sector industrial con su tienda Ikea, transformando la forma en cómo hacemos negocios hoy.
De hecho, la estrategia de negocios de Kamprad es estudiada por empresarios de todo el mundo. “Tener dinero no significa tener que derrocharlo”, solía decir Ingvar Kamprad, a quien tampoco nunca le interesó llamar la atención.
Si eres empresario y buscas la fama y el dinero rápido, vas en el camino equivocado. Trabajar en consonancia con nuestras metas de vida y apostar por una visión siendo honestos y humildes nos permitirá disfrutar del éxito a largo plazo.
Ingvar Kamprad reveló a ‘Forbes’ su secreto: “Estar cerca de la gente ordinaria, porque, en lo más profundo, yo soy uno de ellos”. Probablemente esto explica que, cuando todavía se hallaba en buena salud, visitara de incógnito alguna de sus tiendas para conversar con los empleados o se hiciera pasar por uno de ellos para atender en primera persona a los clientes.
Constancia y fidelidad a sus valores de hombre sencillo, pero también una visionaria habilidad para los negocios son las características que mejor definieron a este sueco, que de ser el hijo de un simple granjero logró convertirse en uno de los empresarios más revolucionarios del planeta.
